Wilfried se irá alejando de este primer modo de creación. Realiza numerosos viajes, no sólo en Europa (Italia, España, Alemania, Suiza, Bélgica) sino también en América del norte (Estados Unidos y Canadá). Suele visitar museos de arte o de historia, centros principales de interés para él. Estos viajes agudizan su deseo de crear. Entre sus recuerdos, Wilfried nombra el de la fundación Tinguely, donde sus « máquinas animadas » llaman su atención, asimismo el Bayeler Museum de Basilea, donde ve por primera vez obras de Egon Schiele que le fascinan. En Nueva York, le atraen los trabajos de Robert Rauschenberg y Jasper Johns. Visita varias veces la exposición « Chillida » organizada en la Fundación Maeght en 2011. Menciona también a Joseph Beuys, Pierre Soulages, Edward Kienholz, a Duane Hanson, Caravage, Christo, Armand o Cesar.
Wilfried hace una « escala » de dos años en Canadá. La lectura (La divina comedia de Dante Alighieri, El antiguo y el nuevo testamento de la Biblia, Breviario de podredumbre, Del inconveniente de haber nacido de Cioran) le permite profundizar la problemática de lo que verdaderamente quiere que sea su creación. Toma la costumbre de recoger materiales encontrados por aquí y por allá (polvos, chapas de metal, retazos de periódicos, hierro, madera, …) y, cuando regresa a Francia, pasa por la aduana con unos treinta kilos de estos . . . « desechos » heteróclitos.
De ahora en adelante Menhir trabaja de manera solitaria. Comienza a tratar sus « lienzos » juntando lo que recogió y nombrando tempus fugit (El tiempo huye) el conjunto de distintas series. El artista se dedica ahora a la búsqueda de lugares que él considera como « yacimientos ». Los baldíos industriales, las casas abandonadas y otros lugares, sacrificados por la ineludible marcha del tiempo, se vuelven verdaderas fuentes de inspiración. Ante sus propios ojos (entre sus propias manos), él ve, sobre los muros, o esparcidos en el suelo, una arqueología del Tiempo, el vínculo sagrado entre las cosas y los hombres. « En cualquier lugar que ponga la mirada, no dejo de vincular las cosas con la relación que han tejido con el Tiempo. Estas “cosas” se inscriben entonces en un fresco, este mismo fresco les permite, a algunas volver al mundo de lo útil y, a otras, emprender por fin la marcha atrás hacia su propio olvido. Tal es mi práctica, » escribe Wilfried.
El modo de composición de los lienzos de Menhir está basado en una transcripción casi similar al estado de la materia y de los objetos tales y como fueron recogidos.
Las usinas Daeblay en Corbeil Essone, una usina de extracción de mineral en Nonza en Córcega, así como unos baldíos industriales en el sector del carbón en Montceau les Mines, unas ruinas abandonadas en el Valle del Jabron, el desguace de coches de Piedguichard, los basurales salvajes y otros tantos lugares, son los lugares de sus cosechas.
Esperamos que comparta con nosotros el placer de descubrir el trabajo de memoria de Wilfried.