
Grabador en múltiples técnicas, pintor, fresquista, mosaista, dibujante, lissier, dibujante de cartones para tapices y vidrieras, siendo Peter Mester al mismo tiempo el artista de una sociedad comunista, realiza cada año el encargo público de un fresco. Sus modestos medios económicos y la falta de espacio - su taller es minúsculo - le obligan a trabajar con frecuencia en pequeños formatos en los cuales elabora cantidad de detalles.
En el año 1989, tras la caída del mundo comunista, vivirá un gran trastorno en su vida y expresión artística. Peter Mester suele decir : “Empecé mi vida por la vejez y la continué por la juventud”. Insaciable curioso del mundo se va de viaje y descubre Europa, conduciendo un coche viejo que logró comprarse.
Descubre los museos, a Miguel Ángel, Rembrandt, Bartok, Picasso Miro, Chagall, Klee, Modigliani y otros tantos artistas a quienes aprecia y que colman su corazón de placer. Peter Mester se vuelve un auténtico trotamundo hasta tal punto que todavía hoy no ha saciado su sed de viaje y de nuevos encuentros. De un país a otro, de ciudad en ciudad, de un hombre a otro, de proyectos en realizaciones, sigue vagabundeando.

Tal vez tu camino cruce un día el de Peter Mestre - hombre fraternal - en Francia, en el Sur, en Normandía o en Bretaña, en Inglaterra o en Italia, en Dinamarca acaso, al menos de que sea en un rincón de nuestra galaxia. Vive unos 8 a 15 días al año en Eslovaquia en Komarno, una pequeña ciudad situada a unos cien kilómetros de Bratislava.