Especial dedicatoria a...
Martin Bissière
Desde el 05/10/2009 hasta el 01/02/2010
Martin Bissière nace en París en 1962. Crece en una familia de artistas que descuellan en el arte del siglo XX; su padre es ni más ni menos que Louttre B.- siendo él mismo hijo de Roger Bissière -, y su abuelo materno Louis Latapie. Sin embargo Martin Bissière seguirá un camino totalmente propio. En un primer tiempo estudia música, se orienta más tarde definitivamente hacia el grabado y la pintura. Tras un período figurativo, influido por pintores como Markus Lüpertz o Georg Baselitz, Martin Bissière se va encaminando hacia la abstracción relacionada con el tema de la violencia, que sea accidental o mimética. Influye mucho en él el tema de la violencia mimética teorizada por el antropólogo René Girard que nunca dejó de acechar las fallas propias del humanismo occidental, las huellas precarias de otra racionalidad, capaces de pensar el destino humano. Para Martin Bissière las imágenes abstractas, por su mera existencia, son una alternativa a la violencia. Insistiendo sobre la necesidad del gesto y del accidente, el trabajo de Bissière va vinculado con la energía, es decir la transcripción de sentimientos visuales, aquí y ahora, con una violencia indiferente. De este modo el artista renueva el ritual de la modernidad, y extrae lo esencial, la huella sagrada del hombre. Desde final de los años 80, Martin Bissière suele exponer su obra tanto en Francia (Paris, Burdeos, Nogent-sur-Marne, Abadía de Balazuc en 2007, Villefranche de Rouergue en 2008) como en el extranjero (Alemania, Luxemburgo, Suecia). El artista participa también a numerosas exposiciones colectivas, en particular al Salón de Realidades Nuevas, siendo miembro permanente. Paralelamente a su actividad artística personal, Martin Bissière enseña la pintura en los Talleres de Bellas Artes de la Villa de París desde 1993. “La pintura es un estilo de vida y, por ende, indisociable de una forma de profesionalismo. El profesionalismo supone asiduidad, competencias reconocidas e interrelaciones con los demás profesionales. Para un artista el profesionalismo tiende a desarrollar su concentración, su energía, su sensibilidad… y a aprender un oficio asociado al riesgo. Existe una rivalidad entre las obras. Se pelean entre sí para sobrevivir y el cuadro logrado es un paraíso inestable, envidiado por imágenes que giran en su entorno. En nuestras sociedades del todo por la estética, la pintura es afectada por una forma de comunitarismo que a la vez la aísla y la sustenta. En el primer caso la pintura es la victima, en el segundo es la beneficiaria, capaz de hacer cundir su voz en el concierto de las rivalidades,” escribe el mismo Bissière.
